Andaré mis parajes
para encontrar
los nombres que se
fueron
y dejaron un hueco en
piedras mudas.
Andaré la memoria
por si piso las
huellas
que el polvo de unas
botas
recogió en su morada
insomne y curva.
Recorreré
el vientre de los
musgos,
el rosa de los
cuarzos,
las historias de
vacas de mi abuelo.
Mis ojos desean ver
los pasos de las
mulas,
las alubias bien
hechas
y el agua de la
fuente en la arboleda.
Tal vez allí respiren
todavía
un tiempo que se fue,
la golondrina amiga,
travesuras y ranas
del arroyo.
Viajero por el arco
de un zarcillo
que guardo en el
silencio
y unas cuantas
monedas regalo de mi madre.