Para Laura y Pablo
Yo tengo en mi jardín
exposición de
estatuas.
Secos troncos de
encina
dispuestos para el
fuego,
salvados por dos
niños.
No tienen nombres,
motes o apellidos,
cada cual los bautiza
y les da vida
según él los percibe.
Aquel es un pirata,
el otro su compinche,
más distante resopla
el dinosaurio,
el cabrón y el
cacique. Calamardo
y Antonio el
jardinero.
También sobre una piedra
se levantan
el ratón, la jirafa;
un gran lagarto
circula entre las
yucas.
Sus vidas de madera
símbolos son de
nuevas ilusiones
donde los niños
crecen.
La creación rehúye
las cenizas.