Siembra el peñón gozoso de
amarillos
y violetas el aire de la noche
que esconde entre sus hojas
esta terraza llena del orgasmo
del sol,
de susurros del mar y de la
piedra.
Entre tantos rincones del camino
habito en éste,
donde conviven ritmos del planeta,
donde se hace universo sosegado
con lo que no soy yo,
con lo que no eres tú,
pero que sí devora tu carne
abandonada
como una sinfonía envuelta en
llamas.
No hay conciencia bastante
para zanjar enigmas,
solamente palabras para nombrar
las cosas.