He
visto tres palomas en la acera.
Picoteaban.
Se picoteaban.
Para
vivir les basta esta paz
de
la mañana,
las
migajas que dejan los humanos
y la
pasión azul del cielo y de los árboles,
ajuar
del aire.
Prendida
en la mañana la rama de una hoguera
nacida
con el alba donde juegan las ardillas.
No
hay veneno en el agua ni en la piel.
Yo
me pierdo en la brisa, la palabra
del
mar, la geometría salvaje del jardín.
Tú
eres brisa, palabra y geometría
cuando
la hierba gime.
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