Encendí
la vehemencia
en
el corazón fosco de la noche,
creció
la pulsación de los ombligos
y
vaciaron sus líquidos los cuerpos.
Estábamos
allí. Eras un sueño
donde
tú solamente navegabas
entre
notas de música
y el
estremecimiento de los álamos.
No
es anormal
que en
tu danza residan todavía
movimientos
que amasan mis lluvias torrenciales.