No es fácil ver el sol detrás de
las montañas
pero pueden sentirse los brillos
de su luz.
No es fácil encontrar lo mejor de
ti mismo.
No mires los espejos que siempre
te despeinan.
Son sólo quince músculos
para reírse un poco, levemente y
sin ruido.
Entre las comisuras de los labios
hay casas de acogida.
No hay juicios de valor ni oscura
violación
en la sonrisa, sólo un gesto sin
palabras,
la complicidad que une
las riberas quebradas de los ríos
y la seguridad
sutil de los océanos amigos.
Es lugar recogido
en la esquina difícil de la noche
y excusa que establece las
distancias
en la proximidad vergonzosa de un
cuerpo
si el deseo se apaga.
Señorío del rostro en la mirada,
si seduce e inspira
la sonrisa es la llave que tutela
lo mejor de ti misma, el enigma
que esconde
el brillo soleado de tus ojos.