La mañana
recorre mi sendero
tiritando en
el frío de diciembre.
Se vende
navidad tibia que aún no ha llegado.
El sol se ha
acuartelado en el dolor
del aire y
en la hoja que es un verde
puro sueño
del viento, demarcación de nada.
Es la
historia de un día. Nace y muere
como la
incertidumbre en el zigzag
de una frase
no dicha, de un futuro ya exhausto.
Hablo
conmigo mismo. La bufanda
encierra la
palabra en su angostura.
Los ojos se
recogen en el vapor de un hálito.