En
medio de un poema
está
el inconfesable
caos
de un corazón
como
ciudad sitiada.
La
palabra es asiento
de
la leña que ardió
y
aún alienta inmóvil
en
las cenizas grises.
En
medio de los libros
se
inscribe aquella luz
que
no existió jamás
y
soñó la palabra.
A la
mar van los ríos
a
disolver sus cuitas.
No
hay allá domicilios
para
rumiar de nuevo.
En
medio de las ruinas
perdieron
las palabras
sus
antiguos sentidos.
Sólo
queda la muerte.