No
muestro mis heridas.
Lo
que notas son sólo balbuceos,
goteos
de la lluvia.
No
amo las tormentas en la edad
que
la hierba se seca por el valle
y es
refugio del topo.
Talaron
almanaques mis encinas,
justamente
me quedan en el suelo
las
bellotas perdidas.
Entre el yo,
si es que existe, y la corteza
sólo abunda
el vacío.
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