Nunca pisó mi verso
la barra de los bares
aunque apreció el valor
de unas copas de vino.
Ni sufrió los controles de alcoholemia
ni se imaginó ebrio.
Abstemio descansó sobre el estante
esperando de un día
la pasión del amor y la tristeza.
Añoraba vivir de la zozobra
de tus callados ojos,
y que su corto striptease inundara
tus movidos paisajes,
que fundiera su azúcar tu café
en lunes con sabor de mundos únicos
que no me pertenecen.