30 de abril de 2012

La GRAN RAZÓN que nos GOBIERNA


Picado de tarántula y sublime,
te dan prisa buscando tu futuro.
Te traen. Te llevan. Te hablan del oscuro
porvenir, de un saber que te redime.

Te educan y te apartan. Se te exprime.
Te gritan igualdad: ¡trabaja duro!
Te predican justicia: ¡no es seguro
tu puesto!; libertad: ¡y se te oprime!

Descansa. Recorta. Consume. Gasta.
Aparéate lo justo. Consiente.
Tu vida sin problemas será tierna.

No te niegues al poder. Pues tu casta
es ser tornillo, calla. Sé consciente.
Tal es la Gran Razón que nos gobierna.

27 de abril de 2012

¿QUÉ VOZ HE DE ESCUCHAR?


La luz de abril se acuesta en la pupila
como una hoja tierna sobre el musgo,
sus lágrimas son lluvia que produce
la hierba de los campos,
la palabra que lleva en su textura
el temblor de unos labios.
Señor de la pupila,
Señor del musgo y de los labios,
preciso despertarme
en la piel donde juegan las serpientes,
donde el aire navega por las nubes
sin temor a perderse,
donde los ríos
atañen a la luna
antes de ser
la mañana del mar y de los mirlos.

¿Quién agita los pies
que anhelan las veredas de los bosques?
¿Qué voz he de escuchar para danzar con ellos?

24 de abril de 2012

INMOVILICÉ EL TIEMPO Y SUS URGENCIAS


Inmovilicé el tiempo y sus urgencias,
las malas hierbas crecen en la prisa.
Me quedé quieto, inerte contemplando

el constante nacer del universo,
el instante de pura brasa viva
que llega a la mirada y a la piel
y las quema sin otra dimensión
que la del fuego.

Yo quiero ser adentro de tu hoguera,
abrasarme en los ríos
donde beben los bosques,
refugiarme en la casa que tus párpados guardan,
perderme en la quietud de tus latidos.

Si me transporta el viento, Amor,
que sea hacia tu entraña intemporal
donde el mar reverbera y el color es delirio.

23 de abril de 2012

LA DANZA DE LOS LIBROS


Ordenados están mis libros en estantes.
Ellos formaron parte de mi baile,
me hicieron compañía, seres vivos
-los libros de papel, que no los digitales-
llenándome de ideas y visiones.
No estuvo su lugar en la mesilla
de noche
para llamar al sueño.
Danzaban en mis horas matinales
despertando mi mente con enigmas
planteados al hombre por el hombre
por todo el entramado boscoso de los siglos.

Quedamente reposan acechando otros ojos,
los míos los reservo hoy en día
para saber de mí, escribirme a mí mismo.

Hoy que vivo esperando los silencios
de mis luces de abril. 

21 de abril de 2012

EN EL CANTO DE UN LIBRO


El polvo va cayendo sobre mis manuscritos
que llenan el estante con variedad de títulos.

Son bosques de palabras que se enredan
entre sí, habitados
por los mitos antiguos.
Yo los tomo en mis manos satisfecho.

Sentado en el sillón
hay un hombre indefenso: mira sus manuscritos
y siente que la idea no aprovecha
para cambiar errores del ayer,
el inquieto temblor de los amaneceres
o el próximo diagnóstico del médico.
De cualquier modo, goza. Reconoce
lo bello del instante.

Es una mota más de fino polvo
que la luz deposita en el canto de un libro.