La
vejez es silencio y es murmullo.
No
se encienden las faros ni iluminan
las oscuras
farolas de la plaza.
Deseas
volver a casa movido por el tiempo
que
va haciendo la noche
como
una telaraña
que
ata tus manos y tus ojos cansa.
Te
atormenta la espalda
de
aquel amanecer de balbuceo y niebla
que
fue tu vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario