Quiero sentir tu
abrazo.
Yo habito a ras de
suelo e identifico
las miradas del
zorro y la culebra,
el lento recorrido
por tu piel
que inventan los
poemas,
las sorpresas del
mar en los cerezos
y el rodar sin
soltura del viejo escarabajo.
Yo pretendo
escuchar el vuelo de las águilas
que la unidad
descubren
con los ojos del
aire
y no saben del odio
en las ciudades
ni conocen el vino
acedo del mercado.
Como tú no divisan
la tristeza.
Atrévete a rozar mi
cuerpo con tus brazos.
No concibo sin ti
el reloj del planeta
ni los peces que
flotan
en el mar obsesivo
de la urgencia.
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