13 de julio de 2019

EL CIRUELO Y LA NIEBLA

Ahora no hay ciruelo.
Quedó sin darse cuenta
sin savia en la cuneta
discreto como un pájaro dormido.

Ocupó su rincón la niebla fría
cansada de vagar al son del aire,
de remontar barrancos
y humedecer la piel del lobo en la alameda.

Yo le hablaba de Carmen al recoger su fruta,
de las rosas que herían su costado,
del jazmín en sus ramas
enredado de amor ya fallecido.

Hay poco que decir del fugitivo y gris atardecer.
La niebla es animal hambriento que devora los paisajes.


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