No fue nunca rutina tu mirada.
Agua y sólo agua.
Caricias de la luz o de tu voz
trazaban cada día como lluvia
bocetos nuevos.
La luna deambulaba
entre tus manos
con brillos diferentes,
dibujando crepúsculos,
mares de nácar.
Tus tilos perfumaban mi placeta
te transformaban
en rosas que jugaban con nenúfares.
y expandían aromas
de monte y eucalipto
por vírgenes barrancos
y lomas blancas.
Agua y sólo agua
en tu piel, encendida de amapolas.
Viento y Agua. Sólo agua
mis pensamientos.
Tu vientre hoy perplejo
sólo agua murmuraba.
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