10 de agosto de 2013

QUEDÓ COLGADA MI RAZÓN



Quedó colgada mi razón
en la percha sin luz del aguacate.

Sin rumbo navegó mi pensamiento
en las hojas movidas por el viento
tal vez por el olor de aquel azul
que el agua mece.

No jugó la palabra a ser amanecer
ni la línea
a traspasar el sentimiento.

Agonizaba
la carne lentamente
sobre el nacarado cristal
de un deseo imposible, mientras se deshacía
la tarde en un eructo de tiempo mineral.

Los nombres declinaban
sus casos,
los verbos conjugaban
sus voces
convocando a los sueños.

Los cálices vacíos, los sentidos vacíos
como los cauces sin metáfora
de las calles de cal y paredes en ruinas.

Sólo un grito telúrico
de soledad y olvido
me humedecía,
me acumulaba en bloques
donde las nubes duermen
el césped del verano
rendidas por el peso de una sombra
o de un hueco.

Una niebla finísima, hecha de suave roce
y de nocturno vértigo
me fue pausadamente confundiendo
con el monte de almendros.

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