10 de septiembre de 2018

UNA CONVERSACIÓN ABREN MIS MANOS

Una conversación abren mis manos
sobre el diván desnudo de tu cuello.
Yo soy una ventana con los cristales rotos
por donde ingresa el frío.

Espacio de acogida son tus brazos
abiertos por la brisa
del monte  y las almendras
en la calle geranio,
mirador compartido,
aunque ya no haya fuente
y la higuera esté seca
y en la terraza duerman por ahora
los caballos que montan la canción del verano.

Reconozco mis límites.
Coinciden como labios que se cierran
al percibir los tuyos.

Mis latidos sinceros recogen en su aljibe
el agua de tu lluvia en mi costado.


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