Desnudaron
la puerta y penetraron
los
ladrones de pisos. Fue un tiempo de trasiego.
Tiene
la intimidad su dolor y su tacto
como
la hoja de otoño que desnuda
grita
la primavera. Los cajones abiertos
su
interior derramaban sin palabras:
los
residuos de historias que somos y que fuimos.
Revelaban
sus huecos de plenitudes llenos
mi
levedad vacía. Conocen mi secreto.
Se
llevaron minucias: dinero y oro.
Luego,
todo
sigue su rumbo natural
su
cauce habitual de soledades.
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