En
el bosque la música sonaba
luminosa
y nostálgica, lejana
como
horizonte
en
el corazón grana de la tarde.
Posaban
verdes páginas los pinos,
pintaban
con sus frutos el barranco
aguacates
y kiwis
y
manchaban los mirlos las laderas.
Lágrimas
de eucalipto dispersaban
su
olor por los arroyos del otoño.
Dejé
mis cicatrices sobre el agua
que
bailaba conmigo cantando su destino.
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