Centellean los
árboles
en la tarde sin prisa
de este estío
incendiado. Se queman
moldeables
como cera las sombras
que mece con amor el
aire cálido.
Corta el tiempo el
azul
con su vieja navaja
que derramó otras
veces con premura
la sangre negra de la
noche.
Nado disperso en
olores sin nombre.
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