Se agarraban las
hojas a la verja
a fin de no caer
sobre el asfalto.
El viento se sonríe.
El azar del estío
las traerá y llevará
con su locura
sin pedirle su pago
por servicio.
Ellas no quieren mar.
Ya van los ríos.
En volandas me lleva
una hoja sobre el monte,
suavidad vegetal en
la delicia azul.
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