El frío se confunde con mis dedos.
La
escarcha recostada sobre hierba
se
anuda a mis tobillos
y el
polvo, Amor,
temprano
contamina la mañana
que
vuelve a ver el sol entre la niebla.
Cristalizan
en paz de ciprés solitario
mis
ingles, que se encogen igual que hojas
secas,
amontonadas en las sombras de otoño.
Se
abrirán las veredas cuando llegues
y
anidará tu luz en los tejados
mientras
siembran gaviotas
de
azul
mis
labios y tu boca.
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