Aligero mi vida con el baile
de tus manos que ilustran los museos
vacíos
de la luz con figuras del aire.
La belleza
se acuesta en la pupila
de
un lienzo y en los dedos azules como torres
de
vieja catedral.
Quien
no quiere crecer se queda ciego.
Acuden
las palomas al chasquido
del
color y al ajuste del compás.
Palmero
es el otoño con suave taconeo
del
pubis en la aurora.
Todo
fluye. Vivir es movimiento.
No
sé dónde aprendió tu cuerpo frágil
a
calibrar la voz de la guitarra,
pero
navega a remo sobre mares de cuerdas.
La
vida baila en ti y suelta lastre.
Mi
piel bajo tus dedos imagina la música
ligera
como un verso.
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