Si el futuro no fuese
un delirio
alojado en la mente
del hombre
que la angustia le
deja y la noche,
se podría tener
esperanza.
Un delirio de luz que
persiste
enclavado en el aire
viciado
de un presente que
fluye sin alma
encogido en la sed
del instante.
Si la angustia no
fuera tan vieja
como el mismo pasado
del hombre
que almacena despojos
de tiempo,
se podría tener
esperanza.
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