A veces nos habita
un
gesto, una mirada.
Se
instala en nuestra casa igual que un peregrino
en
su hospedaje. Va
de
paso, pero deja la nostalgia
y el
polvo acumulado.
No
siempre es un recuerdo,
transita
la memoria en las alas de Ícaro.
Tal
vez sea una ausencia
que
dejó en las paredes su retrato.
Quizás
sirva de alivio
saber
que alguien nos tiene o lo tenemos
como
un pobre tatuaje manchado y desvaído.
Trabaja
el artesano de la piel
los
proyectos y sueños
que
en halo de misterio envuelven la conciencia.
Los
gestos, la miradas
quizás
sean vestigios de distancias nocturnas,
maniobras
de serpiente,
pedradas
de un cometa.
En palabras no dichas descansamos
y en brazos que no están amanecemos.
En palabras no dichas descansamos
y en brazos que no están amanecemos.
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