25 de enero de 2016

ÍTACA

Me senté en la terraza donde escucho
el canto de los mirlos. La pequeña cascada
alegra el vaivén del eucalipto
que llena de hojas secas las vertientes
del azarbe. La ardilla retoza en el nogal.

Dejé que la basura de mi mente
quedara consumida por el sol de la tarde
y mi cuerpo cubrieran el agua y tus canciones.
Tú me esperas y yo siempre regreso.
La belleza rebosa el hueco del instante.


No hay comentarios:

Publicar un comentario