Mi verso es un mendigo en las
esquinas
del
mapa. Tiene grietas en sus manos.
Pordiosero, no busca admiración
ni pretende cifrar las locuras
del mundo.
Ansía un breve roce con los que
aman la vida,
un gemido con música de lo que
pudo ser,
la sonrisa de un Eros que sacuda
las copas de los árboles que
abrigan.
El dinero urbaniza pedigüeño
sobrados callejones de la pena.
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