No te reconocí. No eras el mismo.
Al pretender subir las escaleras
habías cambiado el paso. El apellido
sí era el mismo y el nombre. No así el traje
con tu reloj insólito.
Te había pensado joven,
como un fantasma quieto y reflexivo
estancado en el tiempo.
Y allí estabas vestido de otro siglo
con tu reloj insólito.
Corbata negra
sobre la fantasía adolescente
de un patio de colegio
que vivimos tú y yo y que contamos
de un modo diferente.
Las esposas oyeron
con la dulce sonrisa que comprende
que nos llenó la luz
de aquellos patios, moldes para ser
de un modo diferente.
El tiempo lo sabía.
No se olvida el tictac de sus agujas,
bailarinas que danzan en los números.
Desdichado aquel hombre
que no aprendió a vivir
de un modo diferente con su reloj insólito.
Precioso Blas! Hace mucho tiempo que no te escribo...Pero te sigo siempre..como siempre.. me encantan..algunos poemas me hacen pensar, otros me remueven sentimientos y hasta algunas lágrimas llego a derramar..un beso muy grande, tu amiga Olga.
ResponderEliminarUna vez más, gracias, Olga. Me hace feliz que encuentres algo de valor en mis poemas. Te quiero. Un abrazo y un beso. Blas
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