7 de junio de 2017

LA VERDAD


                                                        Y la verdad
               hacia mí se abalanza y me atropella
                                                  Jorge Guillén


Como Descartes
deseé desde niño una verdad
que seguridad diera
en mi vida. Busqué
por los pupitres viejos, repintados,
carcomidos, y quise
como Heidegger
atravesar la puerta de la casa
del ser, aquella donde mora el hombre
y vigilan poetas.

A la historia pregunté
y a la naturaleza y no queriendo
ser boca para extraños
al Dios del que me hablaban
y, luego, me contaron que había muerto
tal vez de enfermedad
depresión del no ser
al saberse excusado
para el funcionamiento
del mundo.

Yo comprendo a D. Jorge cuando dice:
“Respiro instante a instante…
Vivir ya es algo”.
Pero cuando me cuenta
que hasta él la verdad se le abalanza
le miro con los ojos sin bastón
del hombre rojo
del rígido semáforo
medroso de cruzar al otro lado
cualquier mañana triste de un despiadado invierno.


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