No danzan las estatuas,
pero sí las creencias de aquellos que las miran.
Oleaje de tumbas las orillas
de piedra cincelada
que esconden los misterios del tiempo y del vivir.
Bajo los puentes corre obscena el agua
que se ajena en los nombres.
No mires a unos ojos que no ven
y apagaron en mármol su conciencia.
Contempla como huésped
su soledad,
antes de que te lleguen los olvidos.
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