Las
manos se te llenan de rojo amanecer,
la mar se abre como un inmenso
abrazo
de plata repujada
sobre el oro extendido.
Derramada en la roca está la
sangre,
la magna menstruación de vírgenes
solares
que se vierte en la tierra.
Tibiamente las flores
la brisa aromatizan
como un suave ungüento que cura
las heridas.
Tus manos son un óleo sobre
lienzo,
un campo de amapolas de
Monet.
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