7 de marzo de 2018

TERAPIA

Debo estar aquejado de ansiedad,
no me concentro.
Empieza la terapia.
Inspecciono contigo mis recuerdos
que, como hojas de otoño,
vuelan descontrolados
por viejos mentideros.
He olvidado los rostros,
incluso –y es fatal- el de mi madre,
me suenan sus palabras tan opacas
como el hogar sin techo de la melancolía.

No hizo falta el expolio de un hermano
igual que en las herencias,
simplemente obedezco
una norma no escrita de toparnos
con la angustia y la nada
cuando pesan los pies
y los cipreses llaman al amigo.

La noche siempre está llena del polvo
que allega la memoria.


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