Van las nubes
manchadas
de oscuro por un
triste
y desvaído azul.
En su viejo jarrón
las rosas delimitan
el paso inexorable
del tiempo.
La música se enhebra
entre las plantas
húmedas
sin saber del otoño
del salón.
Reflejo en los
cristales
de Alfacar. Juego
inquieto
de luz y ruido.
Vendaval de geranios,
soldaditos azules,
veletas locas.
Lees y duermes,
cantas
gruñes, hablas y
ríes. Nada quiero.
Eres. Estás conmigo.
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