Se me instaló allá dentro un punto de tristeza,
una página en blanco
y extranjero me vi
al pronunciar mi nombre.
Investigué mi ser en tus pupilas
y sólo pude ver una lágrima hundida,
la arena de un desierto
agrietado e idiota.
Como trajes antiguos colgados de un armario
los años que pasaron.
Los lunes de leyenda se caían
como pájaros muertos.
Pero nada hay vacío. También en cada sombra
hay un punto de luz
que hay que pescar del pozo con paciencia.
Poco importa su precio.
Hoy me atrevo a escribirte. Creo que me siento un poco más inspirada para darte las gracias por este maravilloso regalo donde cada poema me transmite un sentimiento muy puro y a veces incluso un poco desgarrador. Tengo varios poemas ya señalados como mis favoritos, pero este lo es en especial.
ResponderEliminarLos versos que dicen: Pero nada hay vacío. También en cada sombra hay un punto de luz que hay que pescar del pozo con paciencia. Poco importa su precio.
Estos versos… me hicieron llorar al leerlos, supongo que me hicieron pararme, y darme un tiempo para coger fuerza, para ir en busca de esa luz y poder ser luz. ¿Sabes? Muchos días, me acuerdo de estos versos acompañados de las palabras tan bonitas que me has dicho en el hospital. Y tengo que darte una vez más las gracias, porque verdaderamente estoy en busca de transmitir otra cosa, como enfermera y como persona.
Me he decidido a escribirte porque he continuado leyendo y hoy he leído un verso que estaba solo que ponía: El mundo puede ser bello, si la ternura y el amor os tienen como dueños. Y era un poco esto lo que me gustaría transmitir, una mirada dulce llena de cariño a los demás. Y en eso que me venían tus ojos y la dulzura con la que siempre me mirabas.
Espero, de verdad, que no dejes nunca de escribir, y que sigas trasmitiendo tanta luz como hacías en el hospital. Espero que seas muy feliz y te sigas acordando de mí tanto como yo de ti. Siempre te llevaré en mi corazón.
Cristina, tu enfermera