Se
encendieron mis horas con caricias
sorpresas
de la noche.
Oscuridad
rasgada por el viento
que
ampara la ceguera y se hace polen
sin
desterrar las sombras.
Tú,
existías allí
como
un cauce de nube oscura desgarrándome.
Yo,
sólo era surco descalzo por la lluvia.
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