Me avala tu
sonrisa
la hipoteca
que tengo con la vida.
Fielmente
voy pagando cada plazo
porque perder
no quiero
lo poco que
me queda.
Tantas veces
te dije:
me importa
solamente tu presencia
aunque de
sobriedad también la espalda
duela, que
renovaste la fianza
no sé por
cuanto tiempo.
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