Cien veces que intentaras decirlo,
cien veces permanecería
oscuro el misterio.
Ibn Al-‘Arif
¿Por
qué nos contamos cuentos?
Para
saber de uno mismo,
porque
somos un conjunto
fluido
de breves historias,
y fragmentos
enredados,
melancólicos,
equívocos
que
determina el cauce de la vida,
esa
extraña sustancia
que
se nutre de sí misma
y
nunca se consume.
Para que el corazón se movilice,
no
se agosten sus fuentes
y
lleguen a vivir, a declararse
en
el deshielo del tiempo
las
corrientes continuas,
entrelazadas
y libres
del
yo hondo y cotidiano,
la
paz de los silencios,
de
la palabra asumida.
Y
ser de veras humano,
escuchando
tu voz,
la
honda voz de las cosas,
de
todos los que amo,
de
mí mismo, de los otros
porque
pasan las horas
empapadas
de tactos amarillos,
destruidas,
asoladas
por aquello
que no importa.
Para
alcanzar el saber
y
saborear los ritmos
que crean
la estructura
de
la existencia humana,
algoritmos,
cifras, signos
donde
el amor se asienta.
Porque
no quiero olvidar
su
marea imprevisible.
Sin
ella me penetra un olor a podrido.
Para
captar la belleza
que
encubren las tristezas,
los
números que tiñen el acaso
y la
niebla que el monte descompuso,
porque
la muerte avanza,
porque
ningún pintor pinta,
ningún
poeta compone,
ningún
hombre será hombre
sin
meditación profunda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario