6 de octubre de 2014

MEDITACIÓN DEL CUENTACUENTOS

Cien veces que intentaras decirlo,
cien veces permanecería
oscuro el misterio.

Ibn Al-‘Arif

¿Por qué nos contamos cuentos?

Para saber de uno mismo,
porque somos un conjunto
fluido de breves historias,
y fragmentos enredados,
melancólicos, equívocos
que determina el cauce de la vida,
esa extraña sustancia
que se nutre de sí misma
y nunca se consume.

Para  que el corazón se movilice,
no se agosten sus fuentes
y lleguen a vivir, a declararse
en el deshielo del tiempo
las corrientes continuas,
entrelazadas y libres
del yo hondo y cotidiano,
la paz de los silencios,
de la palabra asumida.

Y ser de veras humano,
escuchando tu voz,
la honda voz de las cosas,
de todos los que amo,
de mí mismo, de los otros
porque pasan las horas
empapadas de tactos amarillos,
destruidas, asoladas
por aquello que no importa.

Para alcanzar el saber
y saborear los ritmos
que crean la estructura
de la existencia humana,
algoritmos, cifras, signos
donde el amor se asienta.
Porque no quiero olvidar
su marea imprevisible.
Sin ella me penetra un olor a podrido.

Para captar la belleza
que encubren las tristezas,
los números que tiñen el acaso
y la niebla que el monte descompuso,
porque la muerte avanza,
porque ningún pintor pinta,
ningún poeta compone,
ningún hombre será hombre
sin meditación profunda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario