Marcados por mentiras y sombras de calvario
los procesos de paz tienen sus límites.
Mis manos no conocen el aullar
del monte y de los lobos.
La paz es emigrante sin papeles,
difunta a la deriva sobre el hambre
donde
el bosque anida en la alambrada.
Acabo de dejar de ser
diluvio
y no
encuentro monedas
para comprar la lluvia.
Nómada por caminos inseguros
la paz se queda, sufre
obligada a venderse y esperando
que algo se desmorone en el
orden del mundo.
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