26 de abril de 2018

COMO SI FUESE AYER

No sé cómo sucede pero a veces
el tiempo me parece detenido.

Los días son exactamente iguales,
la luz se abre, confina la penumbra
en su marea y luego le da cita
invariablemente.
Los “buenos días” dejan paso
al “buenas”, “buenas tardes”.
Los mismos rostros.
Unas veces dormidos hablan solos,
otras veces agitan un teléfono
o un vaso de cerveza.

Sin molestar, al otro lado observo
los pechos de una chica. Da lo mismo.
Tengo la certidumbre
de habérmela encontrado ya mil veces.
Mis pasos son medidos por el ruido
de los coches en marcha,
facturan prisas
que hacen largas las calles
porque todo transcurre como si fuese ayer.
Los árboles persisten marcando las aceras,
acogiendo a los pájaros
que consumen las migas del librero.

He comprado el periódico
y el pan de leña a Rosa.
No son buenas noticias. Como siempre.
No cambian los políticos
sus modos ni discursos.
Contemplo los semáforos y veo
verde, amarillo y rojo. Demasiado.
No sé si tengo ya alucinaciones
o sólo soy rutinas
de un día repetido.

Me miro en el espejo. Sin piedad
la luz vigila los contrastes.
No sé si pasa el tiempo. Sin embargo,
se contraen los ojos,
se ahondan las arrugas

de aqueste viejo mundo.

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