La lluvia ha decidido no llegar en
este abril
y
cierra sus pupilas
para no ver la sed estriada de la tierra.
La sequedad se muestra en la emboscada amarga de
los surcos
y en las cárdenas ramblas
donde aflora el esparto.
Tú menguas con las sombras del nogal mientras la
lluvia elige sus paisajes
y recuerda la cara de los niños
en los espejos
limpios de los charcos.
Los pájaros se beben mi café en la terraza.
Yo miro ensimismado las nubes que no llegan y al
gato que se orina en mis geranios.
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