Me he perdido en el cielo diminuto
único y tibio
de
la flor del olivo esparcida en el suelo
con exquisito
círculo.
Igual
por mi cabeza.
No
es problema la muerte,
la
tierra te recoge, ordena y cuantifica,
lo
que importa es dejar de cada rama
el
fruto en la caída,
aceitunas
de otoño y aceite de la vida.
El
sol fulgura,
caen
gotas de lluvia de una charca encendida
que
no mide distancias
ni
duda de su armario
ni
mira de reojo más allá de sus nubes.
La
lagartija
se
esconde entre hojas de lavanda.
¿Qué
recuerdas de mí antes de que me pierda
la
flor anaranjada y roja del granado?
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