Te negaron el pan y el aceite
Te mandaron vivir en la noche
y pensar imposible otro mundo,
contemplar sin reparo el presente.
Te cerraron los ojos vencidos.
Yo bebí de tus manos la sangre
que manaba del viento de arriba
y azotaba los álamos secos.
Indolencia del agua que limpia
la tierra del hedor de los nombres.
Un quijote cabalga en las hojas
de un invierno que va a la deriva.
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