Rosario entre los dedos y olvidada
te
imagino dormida en tu salón
de
soledad tocado el corazón
y un
gesto casi amargo en la mirada.
Ya
no está él. Se fue de madrugada.
Perdida
ya en la vida la ilusión,
sólo
queda el recuerdo. No hay pasión,
saltó
del otro lado hacia la nada.
Te
dejó sola en un escalofrío.
No
fue su voluntad, que fue esa hora
triste
triste de aquel otoño frío.
Yo
sé que lloras, madre, aquella aurora
que
aceptas resignada, que un umbrío
paisaje
de la muerte te devora.
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