En
un rincón
del
salón busco luces del pasado.
Un
desorden vacío me habla de unas manos
que
difundían brillos
y
allegaban los besos de la noche
como
noviembre agrupa vendavales.
Recuerdo
que las lluvias
en
reñida tarea
han
limpiado las hojas del laurel
y
han dejado inundados los rosales.
Los
celindos me ofrecen a la vez
su
lección de limpieza y soledad.
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