Sentado
en tu sillón junto a la fuente
tu
mirada se pierde por las páginas
de un
libro, pero adentro repasas paso a paso
los
días que se fueron, tus trabajos
que
levitan en aire de ceniza,
los
amores perdidos y guardados
en
cofres de tristeza, y el gris de los otoños
en
cauces que la vida te ofreció
y
desnudas dejaron
tus
sombras navegando en el azar del agua.
No
acuden las palabras, preguntas simplemente
a
dónde van los barcos
cuando
la mar se muere,
si
anticipan los dedos el letargo de la nada,
si
tu cuerpo es residuo de otro tiempo
donde
fuiste pasión y baile de verano.
Te lastima
la fuente que te envuelve
como
un sudario blanco
aquel
que dicen que es propio de un Dios
que
bajan de la cruz y se espesa en los brazos.
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