Cuando la luz recorre los espacios
se
desnudan las nubes.
El
cauce de las horas desconoce el después
y
olvida el antes.
Si
tu cuerpo ilumina,
adviertes
que está vivo, se disipa
el
dardo envenado de las sombras,
deseas
lo imposible.
Cuando
la luz fenece
el
universo está vacío, extinto
con
un ronco rumor de aliento derramado.
Yo
me quedo sentado en la penumbra.
El hombre siempre desea lo imposible, más cuando decide luchar por ello, lo imposible se vuelve alcanzable. Unos versos preciosos Blas. Un beso. Olga.
ResponderEliminarNo había visto tu comentario hasta hoy, por ello no te había respondido. Recibo tus palabras y tu beso como esa "luz que recorre los espacios" y mi "cuerpo ilumina". Advierto que "estoy vivo". Gracias, Olga. Un abrazo. Blas.
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