La
enfermedad, sin duda, es parásito
oscuro
que recorre la piel como
un
estremecimiento en niebla y frío.
Sacudida
en la sangre que hace el tiempo.
La
claridad en las lágrimas de un niño
se
llena con ventanas congeladas
por cuchillos
de símbolos sombríos.
En
un compás de espera entra la nada.
Hacia
el invierno va la vida donde
el
bosque finiquita todo límite
y
fenecen los ciclos de memoria.
Cantamos
a la luz mientras podemos.
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