La luz orquesta el
vuelo de los pájaros
y mezcla con sus idas
y venidas
el juego elemental,
aleatorio
de la vida oculta.
Hurga el hombre los
trinos de la luz
en el boscaje. Anhela
todo el ser,
pero siente su piel
hoja de otoño
descolorida y seca.
Los mirlos son
presagio de la noche,
partitura de sombras,
artesanos
del canto contrapunto
de la nieve
que convoca la luz de
las estrellas.
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