Nadie me
dijo nada de otras calles,
no figuraba
el nombre en sus esquinas.
Pero eran
anchurosas y por ellas
deambulaba
la vida en la ciudad.
A veces
somos calle, tierra húmeda
donde la
luna juega con tus labios
y tus muslos
se apartan como pájaros
que surcan
en la umbría el tiempo quieto.
A veces,
sólo a veces, es la calle
embriagada
por luces que lo oscuro
enciende y
alimenta aquella placa
que da
nombre a tu vida. La calle que eres tú.
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