24 de marzo de 2012

LA LEYENDA DEL MIRLO


El mirlo malherido
hinchó sus negras alas
mientras los coches se apartaban.
Diez veces lo intentó,
recordar no podía las pautas de su vuelo.
Tantas veces se olvida lo preciso
que hasta el espejo mancha sus imágenes.
No es el aire cobijo
cuando la muerte abre sus pupilas
y se bebe la lluvia de la nada.
No hay espacio entre dos ruedas oscuras
para unas alas negras.
Quedaron dibujadas como plumas
en vidrio y parabrisas.

Y fueron coche nuevo movidas por motor
eléctrico en el sueño de los mirlos.

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